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viernes, 31 de agosto de 2012

Epístolas de amor (1)


Carta primera a Étienne


               Francia, Noviembre del 2011

Querido Étienne,


Esta carta, sería como la primera que te escribo, luego del tiempo que dejamos de frecuentarnos personalmente y desde que me vine a encontrar fortuna y razón para vivir en este lugar. No sé cómo estarás, si flaco, si gordo, o rellenito. No sé si has perdido tu sentido del humor, si seguís teniendo ese espíritu de caballero. Contame.

Yo estoy adaptándome, diría, al clima, a las locuciones de esta gente y a las nuevas posibilidades de trabajo. En pocas palabras, voy bien.

Vivimos mucho Étienne. Por eso te escribo, para recordarte que no me olvidés, aunque te sentí bien ausente antes de mi partida. No sé si fue por tu temor a dejarme ir, o por tu valor de abandonarme.

Todavía pienso en los cafés que tomábamos antes de que yo fuera a casa. Pienso en las salidas a los parques del centro de la capital y a los apretones de espalda que nos dábamos. En las locuras que comete el pecho.

Te acordarás, primero si recibís esta carta. Segundo, si me recordás. Tercero, si me correspondés.

Ahora mismo, voy a meterme a duchar. No acabo de desempacar mis ideas aún, la cabeza y el cuerpo me piden que esté fría por un momento. Voy dejándote un beso limpio con olor a jazmines.

Hasta pronto,
Rocío

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