Carta primera a Étienne
Querido Étienne,
Hasta pronto,
Rocío
Francia, Noviembre del 2011
Querido Étienne,
Esta
carta, sería como la primera que te escribo, luego del tiempo que
dejamos de frecuentarnos personalmente y desde que me vine a encontrar
fortuna y razón para vivir en este lugar. No sé cómo estarás, si flaco, si gordo, o
rellenito. No sé si has perdido tu sentido del humor, si seguís teniendo
ese espíritu de caballero. Contame.
Yo estoy adaptándome,
diría, al clima, a las locuciones de esta gente y a las nuevas
posibilidades de trabajo. En pocas palabras, voy bien.
Vivimos
mucho Étienne. Por eso te escribo, para recordarte que no me olvidés,
aunque te sentí bien ausente antes de mi partida. No sé si fue por tu
temor a dejarme ir, o por tu valor de abandonarme.
Todavía
pienso en los cafés que tomábamos antes de que yo fuera a casa. Pienso
en las salidas a los parques del centro de la capital y a los apretones
de espalda que nos dábamos. En las locuras que comete el pecho.
Te acordarás, primero si recibís esta carta. Segundo, si me recordás. Tercero, si me correspondés.
Ahora
mismo, voy a meterme a duchar. No acabo de desempacar mis ideas aún, la
cabeza y el cuerpo me piden que esté fría por un momento. Voy dejándote
un beso limpio con olor a jazmines.
Rocío
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