Carta tercera
París, Enero del 2012
Étienne, estoy triste.
Finalmente decidí venir a París a
pasar noche vieja, me encontré en la calle y me ofrecieron dónde dormir, al
menos una noche.
Fui, después de cenar por ahí, a caminar un
poco por “Les Champs-Élysées”, mientras me acercaba al “Arco del Triunfo”, vieras
qué bonito Étienne. En el trayecto había gentes de todas partes del mundo,
chocábamos los abrigos y bajábamos las miradas, yo miraba las luces que
adornaban los árboles, avenidas, rotondas, parques y grandes almacenes. Tomaba
fotos con mi cámara de baja calidad, para llevarme más que un recuerdo.
Después llovía un poco, me fui
siguiendo la luz que está en la mera punta de la Torre Eiffel, caminé por
varios “Quais” y llegué al fin. Me paré, vi lo inmensa que es, me entretuve
tomando fotos y viendo “cons” que desfilaban abrazados junto a botellas de
champán. Me detuve a comprar unas torrecitas mientras esperaba que se dieran
las doce, aquello me iba a parecer sorprendente por estar en París. Te voy a
decir que me llevé una tremenda decepción, la torre no se iluminó más que con
unas cuantas lucecitas azules y blancas. Eso fue todo.
Luego de haber esperado el tan
esperado momento, me devolví, decepcionada a la morada. Caminé medio perdida
entre la gente, pasé por el Sena, caminé esos puentes, sentía el frío del nuevo
año. Saqué mi teléfono, miré la hora y le mandé un texto a alguien especial
mientras caminaba. Aquella ciudad parecía como la misma ciudad gótica que
narran las películas, figurate Étienne, los metros estaban a reventar, la gente
estaba a reventar, y esperé hasta casi las 2 de la madrugada para poder caber
en uno de ellos.
Llegué, bien triste, sabiendo que
me había caído la lluvia, que tenía ya un día de no bañarme y que mis pies
estaban cansados de marchar. Abrí la puerta de la habitación, me senté en la
cama y pensé: nada de esto se da en mi lugar. Puse la alarma para despertar
temprano, dormí con la misma ropa con la que había llegado. Me había puesto 2
camisas, un suéter y un abrigo. Imaginate el frío que hacía. Desperté, después
de 4 horas de haber dormido, me levanté, me fui a baño a lavarme la cara, me
alisté, me despedí y fui a tomar un bus para llegar hasta la estación de tren
que me traería a donde vivo.
Te escribo ahora desde el tren,
los paisajes que se ven por medio de éste son magníficos, pero hoy está
nublado. Me entristece.
Desde el año pasado Étienne, que
no recibo recuerdos tuyos. Espero que hayas terminado un año lleno de plenitud,
que no me extrañés demasiado. No sería divertido extrañar los dos tan
intensamente.
Un abrazo de feliz año nuevo,
Rocío