Querido El Salvador:
Estoy muy feliz de saludarte, aunque es irónico porque ni siquiera te veo para
darte un beso y un abrazo. Tus tarjetas virtuales no me hacen ni cosquillas y
ni siquiera me recuerdan a vos porque yo te tengo siempre en el pensamiento.
Bueno, de todas maneras voy a contarte cómo voy.
De antemano te digo que sos el único que merece mis cartas, ésta no te la
voy a mandar por correos o por internet. Te la envío vía pensamiento, la única
manera en que estamos en contacto vos y yo.
Empiezo, cuando yo vine a este extraño lugar, me pareció todo muy hermoso,
las hojas del otoño me recibieron con sonrisas, tanto que las que reían más
alegremente eran rojas, las que reían con inocencia eran amarillas, las que
reían con amargura eran cafés, y las que reían con fe eran las verdes. El sol
era fantástico, no ardía tanto como allá, pero hacía bien mirarlo en medio del
cielo azul, era caluroso y mis pasos bajo estos efectos también lo eran. Todos
estos verbos están en tiempo pasado…así fue como sucedió, en aquel entonces.
Y si me permito contarte el presente, seguramente querrás venir a buscarme,
de la misma forma que yo te iría a buscar ahorita mismo. Todo ha empezado antes
de despedir el año, veo el cielo que baña las tierras con frecuencia, veo todo
tan gris, ¿Y quién dijo que el gris fuera color rojo?, veo todo tan lejos,
triste, demasiado triste y frío. La nieve que es blanca y pura no me llena de
alegría ni de paz, al contrario, me llena de mierda. Aquí, ponerme un suéter no
basta, de barato son cuatro, dos pares de calcetines, un par de botas
especiales, una doble bufanda, un gorro, guantes, una licra y un pantalón, aún
así se “cuela” el frío, pero es más frío no tener abrazos, eso no lo sabe todo
el mundo, salvo los que tenemos frío.
¡Qué locura sería en El Salvador vestir así!
Jamás pensé que los tiempos así me permitieran la tristeza.
¡Te extraño todo país mío!
Cuna de mi infancia y causante de mis rebeldías,
Revelación de mis años y aroma de mis alegrías.
Siguiendo, te confieso que extraño tanto a una parte de mi familia, y
extraño tanto a mis amistades, tengo amigos íntimos, los que no cambiaré por
amigos encontrados al paso. Aunque aquí alguna gente es muy amigable y trata de
hacerme sentir como en casa, nunca jamás será igual. Creo que esto algún día
tenía que llegar, ese malestar de ser ajena. Pues ya llegó y qué va, no puedo
sacarlo tan rápidamente, pero es bueno sentirlo, finalmente si no experimento
la verdadera soledad nunca sabré cuál es la verdadera alegría.
En cuanto a la experiencia te puedo decir que he logrado ciertos objetivos,
y te mentiría si te digo que he fracasado porque esto no termina aún, y los
cuatro meses que me faltan son para seguir saboreando este coctel de emociones,
al final yo sé que derramaré lágrimas por dejar tan lujoso lugar.
Espero que vos, terruño mío, estés bien en lo que yo ya sé, no te puedo
pedir más. Deseo que me esperés con tus fronteras abiertas, con tu sonriente
sol, con tus sucias carreteras, con tu aire contaminado, con tu cálida gente,
con tu lluvia pasajera, tu agradable música, tu particular transporte público,
tus bazares en la calle, tus históricos monumentos, tus alegres pueblos,
esperame con todo lo tuyo, país mío.
Hasta muy pronto!!
Con amor,
La luna
Remiremont, enero 2012
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