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viernes, 31 de agosto de 2012

Epístolas de amor (3)


Carta tercera

París, Enero del 2012
Étienne, estoy triste.

Finalmente decidí venir a París a pasar noche vieja, me encontré en la calle y me ofrecieron dónde dormir, al menos una noche.
  
Fui, después de cenar por ahí, a caminar un poco por “Les Champs-Élysées”, mientras me acercaba al “Arco del Triunfo”, vieras qué bonito Étienne. En el trayecto había gentes de todas partes del mundo, chocábamos los abrigos y bajábamos las miradas, yo miraba las luces que adornaban los árboles, avenidas, rotondas, parques y grandes almacenes. Tomaba fotos con mi cámara de baja calidad, para llevarme más que un recuerdo. 

Después llovía un poco, me fui siguiendo la luz que está en la mera punta de la Torre Eiffel, caminé por varios “Quais” y llegué al fin. Me paré, vi lo inmensa que es, me entretuve tomando fotos y viendo “cons” que desfilaban abrazados junto a botellas de champán. Me detuve a comprar unas torrecitas mientras esperaba que se dieran las doce, aquello me iba a parecer sorprendente por estar en París. Te voy a decir que me llevé una tremenda decepción, la torre no se iluminó más que con unas cuantas lucecitas azules y blancas. Eso fue todo.

Luego de haber esperado el tan esperado momento, me devolví, decepcionada a la morada. Caminé medio perdida entre la gente, pasé por el Sena, caminé esos puentes, sentía el frío del nuevo año. Saqué mi teléfono, miré la hora y le mandé un texto a alguien especial mientras caminaba. Aquella ciudad parecía como la misma ciudad gótica que narran las películas, figurate Étienne, los metros estaban a reventar, la gente estaba a reventar, y esperé hasta casi las 2 de la madrugada para poder caber en uno de ellos. 

Llegué, bien triste, sabiendo que me había caído la lluvia, que tenía ya un día de no bañarme y que mis pies estaban cansados de marchar. Abrí la puerta de la habitación, me senté en la cama y pensé: nada de esto se da en mi lugar. Puse la alarma para despertar temprano, dormí con la misma ropa con la que había llegado. Me había puesto 2 camisas, un suéter y un abrigo. Imaginate el frío que hacía. Desperté, después de 4 horas de haber dormido, me levanté, me fui a baño a lavarme la cara, me alisté, me despedí y fui a tomar un bus para llegar hasta la estación de tren que me traería a donde vivo.

Te escribo ahora desde el tren, los paisajes que se ven por medio de éste son magníficos, pero hoy está nublado. Me entristece. 

Desde el año pasado Étienne, que no recibo recuerdos tuyos. Espero que hayas terminado un año lleno de plenitud, que no me extrañés demasiado. No sería divertido extrañar los dos tan intensamente.
Un abrazo de feliz año nuevo,
Rocío

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