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viernes, 17 de agosto de 2012

Reflexiones en el metro europeo


Cambios y cambios de comida.
Tengo mucho que decir desde que vine a las Europas. El cambio se me ha hecho violento a pesar de que siempre hay gente que me trata bien y se preocupa porque tenga un buen séjour en casa de ellos. A pesar de eso no dejo de sentir esta extrañeza en mi ser, me siento algo huraña y poco convencida de que me acostumbraré a los cambios tan repentinos.
Yo sabía, yo sabía y estaba tan segura de que ésto no es la maravilla, admito que los lugares que he visitado son bonitos, pero ninguno ha llegado al punto de excitarme. No como lo solía hacer en mi terruño que con tanta pobreza y tierra lograba enloquecerme y que los pueblos por ser tan vivos me sostenían los pies para no dar un paso más y quedarme con ellos. Ya ví, ya conozco un poco Nancy, Strasbourg, Berlín, Bruselas, Brujas, Lila, Boulogne sur Mer, Arras y Reims…No han sido las mejores vacaciones de mi vida lo confieso, sino creo que las más pésimas. Apenas y podía caminar después de dos días de estar en Berlín, y toda la semana que seguía se me hizo una tragedia, la gente no comprenderá jamás el dolor que una siente y entonces comprendí a la gente que no puede caminar y me dije qué útiles son las piernas y rodillas! Los europeos están acostumbrados a recorrer kilómetros sin ninguna torpeza arterial, lo mío ya es cosa de vejez creo, y de mala costumbre. Cuando estuve dando vueltas me quería regresar pronto a este rincón que se ha vuelto mi casa extranjera, y que me gusta mucho. La gente en aquellos rumbos me quitaba la paciencia, simplemente no soporto la gente que se estresa conmigo, que no habla, o que simplemente no dice nada bueno…que sólo mira. Confieso que hay gente de las Europas que piensa que las Europas es el único continente en el mundo. Las vacaciones pasaron y eso me alegra, esta experiencia y todo lo que me reservo quedan en mi recuerdo.
Ese ambiente de mezclarme también se me hace raro, aquí para conocer gente es de salir a los bares, hacerse de amistades rápidas y “duraderas”, cosa que yo no hago. Le dije a Toño, me mantengo siempre recta, y soy la misma después de un mes y pico, las muchachas dicen que estoy loca y también me tomé el tiempo de explicarles cómo es nuestra vida en El Salvador, el peligro que se corre en las calles y que no podemos divertirnos de la manera que los europeos la hacen. Creo que se quedaron asombradas y me miraron con…lástima! Jajá. Mi diversión no depende del alcohol, las salidas a las discotecas, ni la ropa más cara. Yo río, disfruto cuando escucho música, sigo escribiendo de cuando en vez, me vuelvo loca por hacer limpieza y tener todo impecable. Eso no es locura por si acaso, sino más bien tener orden, lo que pasa que aquí las niñas no están muy acostumbradas a eso, y como tienen tanta facilidad para hacer los quehaceres, la puta aspiradora, lavavajillas, lavadoras y muchísimas cosas más que “facilitan” la vida. Yo por mi parte prefiero seguir haciendo las cosas como me las enseñaron en casa: escoba y trapeador, lavar la ropa a mano, cuando se puede, porque he de confesar que en todo este tiempo la ropa se me curtirá de haber pasado tanto por la lavadora. Y me arrepiento de haber traído calzones blancos…ahora son seminegros y semirojos…Qué tontera!
En cuanto a la comida soy sincera cuando me preguntan, simplemente no me gusta del todo. El trigo es una cosa tan simple, yo prefiero el arroz. Del tiempo que llevo una tan sóla vez he comido el arroz, no me gustan las lentejas, no me gustan los frutos del mar, no me gustan los platos sofisticados, no me gusta la cebolla…La otra vez que me comí una “tarte flamblée” con la paja que era especialidad  de Strasbourg, creo que ni lo pensé pero empecé a quitarle la cebolla en frente de todos, y justo me dijeron en coro: “Erreur fatale”, tant pis me dije. No voy a comer algo que no me gusta. La comida es muy cara…esta vida es cara y no quisiera estar aquí toda la vida. Tengo mucha suerte de venir a trabajar, y que justamente para poder darme mis gustos tengo que socar la panza, de lo contrario no me va a alcanzar para conocer lugares, aprovecho hoy porque no sé cuándo vuelva…
Siguiendo con las comidas, es una tontera dar 10 euros por una hamburguesa, o casi los 10 en el McDonalds, de verdad, yo no haría eso todos los días, y qué decir de las papas…Si son la misma mierda que en mi terruño, de especial tienen…las salsas que saben feo, ah y el precio claro. También es una tontera dar tanto dinero por una copa de vino, champagne o lo que sea, ese me lo gusto me lo doy una vez al mes por si acaso y si no hay pues hay que esperar las invitaciones. Ya me estoy cansando de las comidas pesadas en la “cantine” de los institutos, es mejor que cocine a mi gusto y coma un poco más nutritivo. Si yo no mal recuerdo en Sívar no tomaba leche porque me daba curso, aquí he tenido que topar, ya aprendí a tomarla cruda y semidescremada. Ese té caliente por las noches, ese pan baguette con algún tipo de quesos, esas pastas tan simples, esos ejotes de vaina delgadísima, esas papas congeladas…Y los chocolates que no son lo mío pero si tienen licor los prefiero todos. Una de las más íntimas confesiones que puedo hacer es que ya aprendí a utilizar el cuchillo, aunque si me siento en un ambiente familiar prefiero seguir comiendo con los dedos o sólo el tenedor. No quiero y no debo de cambiar eso, aquí hay gente que utiliza tenedor y cuchillo para comerse una putilla hamburguesa. Ya se me ocurrirá algo más...ésto es parte del recuerdo que tengo del metro al que me encaramé en Bruselas.

Remiremont, noviembre 4, 2011

2 comentarios:

  1. Hola, Rocío!
    Es un gusto muy bonito leer tus posts; sobre todo por las expresiones referente
    a tu país, que de seguro lo amas con todo tu corazón, bien por ti.

    Un saludo desde Canadá, y feliz fin de semana!

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  2. Hola Armando!
    Muchas gracias por leerme :)
    Saludos desde El Salvador, que la pasès bien.
    Un abrazo.

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