I
Están ahí.
En su interior,
En medio y a las
orillas de esa lata oxidada.
Como especialidades de
sardinas en aceite:
Aquejándose del aumento
de pasaje,
De lo insano que están
los asientos,
Del ruido que cantan
los que venden dulces,
De los que piden
monedas con tono desamparado,
De los guitarristas.
Van insultando al
conductor peludo, colocho y con gorra
y de aspecto sucio que
no hace las paradas correctas.
Todos como una granja
puñetera.
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