Cambios y cambios de comida.
Tengo mucho que decir desde que vine a las Europas. El cambio se me ha hecho
violento a pesar de que siempre hay gente que me trata bien y se preocupa
porque tenga un buen séjour en casa de ellos. A pesar de eso no dejo de sentir
esta extrañeza en mi ser, me siento algo huraña y poco convencida de que me
acostumbraré a los cambios tan repentinos.
Yo sabía, yo sabía y estaba tan segura de que ésto no es la maravilla,
admito que los lugares que he visitado son bonitos, pero ninguno ha llegado al
punto de excitarme. No como lo solía hacer en mi terruño que con tanta pobreza
y tierra lograba enloquecerme y que los pueblos por ser tan vivos me sostenían
los pies para no dar un paso más y quedarme con ellos. Ya ví, ya conozco un
poco Nancy, Strasbourg, Berlín, Bruselas, Brujas, Lila, Boulogne sur Mer, Arras
y Reims…No han sido las mejores vacaciones de mi vida lo confieso, sino creo
que las más pésimas. Apenas y podía caminar después de dos días de estar en
Berlín, y toda la semana que seguía se me hizo una tragedia, la gente no
comprenderá jamás el dolor que una siente y entonces comprendí a la gente que
no puede caminar y me dije qué útiles son las piernas y rodillas! Los europeos
están acostumbrados a recorrer kilómetros sin ninguna torpeza arterial, lo mío
ya es cosa de vejez creo, y de mala costumbre. Cuando estuve dando vueltas me
quería regresar pronto a este rincón que se ha vuelto mi casa extranjera, y que
me gusta mucho. La gente en aquellos rumbos me quitaba la paciencia,
simplemente no soporto la gente que se estresa conmigo, que no habla, o que
simplemente no dice nada bueno…que sólo mira. Confieso que hay gente de las
Europas que piensa que las Europas es el único continente en el mundo. Las
vacaciones pasaron y eso me alegra, esta experiencia y todo lo que me reservo
quedan en mi recuerdo.
Ese ambiente de mezclarme también se me hace raro, aquí para conocer gente
es de salir a los bares, hacerse de amistades rápidas y “duraderas”, cosa que
yo no hago. Le dije a Toño, me mantengo siempre recta, y soy la misma después
de un mes y pico, las muchachas dicen que estoy loca y también me tomé el
tiempo de explicarles cómo es nuestra vida en El Salvador, el peligro que se
corre en las calles y que no podemos divertirnos de la manera que los europeos
la hacen. Creo que se quedaron asombradas y me miraron con…lástima! Jajá. Mi
diversión no depende del alcohol, las salidas a las discotecas, ni la ropa más
cara. Yo río, disfruto cuando escucho música, sigo escribiendo de cuando en
vez, me vuelvo loca por hacer limpieza y tener todo impecable. Eso no es locura
por si acaso, sino más bien tener orden, lo que pasa que aquí las niñas no
están muy acostumbradas a eso, y como tienen tanta facilidad para hacer los
quehaceres, la puta aspiradora, lavavajillas, lavadoras y muchísimas cosas más
que “facilitan” la vida. Yo por mi parte prefiero seguir haciendo las cosas
como me las enseñaron en casa: escoba y trapeador, lavar la ropa a mano, cuando
se puede, porque he de confesar que en todo este tiempo la ropa se me curtirá
de haber pasado tanto por la lavadora. Y me arrepiento de haber traído calzones
blancos…ahora son seminegros y semirojos…Qué tontera!
En cuanto a la comida soy sincera cuando me preguntan, simplemente no me
gusta del todo. El trigo es una cosa tan simple, yo prefiero el arroz. Del
tiempo que llevo una tan sóla vez he comido el arroz, no me gustan las
lentejas, no me gustan los frutos del mar, no me gustan los platos
sofisticados, no me gusta la cebolla…La otra vez que me comí una “tarte
flamblée” con la paja que era especialidad de Strasbourg, creo que ni lo
pensé pero empecé a quitarle la cebolla en frente de todos, y justo me dijeron
en coro: “Erreur fatale”, tant pis me dije. No voy a comer algo que no me
gusta. La comida es muy cara…esta vida es cara y no quisiera estar aquí toda la
vida. Tengo mucha suerte de venir a trabajar, y que justamente para poder darme
mis gustos tengo que socar la panza, de lo contrario no me va a alcanzar para
conocer lugares, aprovecho hoy porque no sé cuándo vuelva…
Siguiendo con las comidas, es una tontera dar 10 euros por una hamburguesa,
o casi los 10 en el McDonalds, de verdad, yo no haría eso todos los días, y qué
decir de las papas…Si son la misma mierda que en mi terruño, de especial
tienen…las salsas que saben feo, ah y el precio claro. También es una tontera
dar tanto dinero por una copa de vino, champagne o lo que sea, ese me lo gusto
me lo doy una vez al mes por si acaso y si no hay pues hay que esperar las
invitaciones. Ya me estoy cansando de las comidas pesadas en la “cantine” de
los institutos, es mejor que cocine a mi gusto y coma un poco más nutritivo. Si
yo no mal recuerdo en Sívar no tomaba leche porque me daba curso, aquí he
tenido que topar, ya aprendí a tomarla cruda y semidescremada. Ese té caliente
por las noches, ese pan baguette con algún tipo de quesos, esas pastas tan
simples, esos ejotes de vaina delgadísima, esas papas congeladas…Y los
chocolates que no son lo mío pero si tienen licor los prefiero todos. Una de
las más íntimas confesiones que puedo hacer es que ya aprendí a utilizar el
cuchillo, aunque si me siento en un ambiente familiar prefiero seguir comiendo
con los dedos o sólo el tenedor. No quiero y no debo de cambiar eso, aquí hay
gente que utiliza tenedor y cuchillo para comerse una putilla hamburguesa. Ya
se me ocurrirá algo más...ésto es parte del recuerdo que tengo del metro al que
me encaramé en Bruselas.
Remiremont, noviembre 4, 2011
Hola, Rocío!
ResponderEliminarEs un gusto muy bonito leer tus posts; sobre todo por las expresiones referente
a tu país, que de seguro lo amas con todo tu corazón, bien por ti.
Un saludo desde Canadá, y feliz fin de semana!
Hola Armando!
ResponderEliminarMuchas gracias por leerme :)
Saludos desde El Salvador, que la pasès bien.
Un abrazo.