Datos personales

viernes, 13 de mayo de 2011

Tengo ganas...

Tengo ganas de salir pero no al patio de mi casa, está lleno de gente, zancudos, hay charcos, hay ruido, ahí no puedo estar a gusto. Tampoco quiero ir al techo de la casa de mi mamá o la de mi tía que es de segunda planta, ni a la otra de mi otro tío. Está helada la duralita, vieja y no soportaría el peso, con eso de que me estoy poniendo hermosa últimamente.
Tampoco quiero estar allá en la calle, hay rufianes, hay voces de gentes, las que quedaron del trajín de la mañana, hay luces que me mirarían y yo apenas desnuda de palabras, no quiero ir ahí. Tengo ganas de salir, tampoco a algún centro comercial, ni a un bar, menos a un restaurante de mala muerte dónde iría a seguir poniéndome galana y a malgastar mi dinero, eso sólo lo hago en Ay qué rico!
No quiero tomar el autobús a esta hora, ni pedir un taxi. Quiero salir de este cuadrado casi perfecto que se llama casa. Me quiero llevar la computadora, con eso de que dependo mucho de ella para escribir, generalmente no entiendo mis jeroglíficos cuando escribo en el cuaderno, además se me cortan las venas de la inspiración. Es difícil eso, perder el estado dónde la cera se va derritiendo.
Voy a ver si busco un lugar cuando me vaya a dormir, aunque es más difícil aún porque de noche me ocupo más y mi cama tiene tantas cosas que contarme, entre ellas, me reprocha mis malas actitudes y alaba mis buenas acciones, me hostiga, como si la cama tuviera sentido, pero no me deja tranquila hasta que el señor sueño me gana la paciencia y me cierra los ojos de un soplido. Pero creo que sería lo ideal, viajar más noche, no es caro y eso es  ventajoso para una escritora pobre, inventaría figuras literarias, frases, que sé yo. A veces estoy poniéndome el pijama y se me vienen las ideas absurdas, me veo al espejo y hablo sola, como si el espejo fuera a decirme que soy la mujer más hermosa de la Tierra. Cuando acabo de cambiarme me sacudo los pies y me tiro a la cama, salgo de la normalidad de andar caminando, me acuesto y respiro profundamente, cuando puedo claro está, de lo contrario tengo que hacer fuerzas para respirar por la boca.
Tengo ganas de salirme de lo común, quizá andar por las urbes, dormida, y ser intocable, invencible por si acaso,  para que este bolado que le llaman humanidad no me moleste tanto. Siempre he pensado que tener un espacio personal no está nada mal...Hay tantas cosas que se pueden hacer, asuntos que este mismo planeta  no entendería a causa de la televisión y las revistas ah y las nuevas influencias de la música, la moda también. Difícilmente encuentro un mi lugar para estarme quieta, es que aquí no hay, esta gente es bien injusta y todo quieren acaparar, como que no saben que ni las mejores cosas nos harán mejores. Yo no sé.
Voy a ver si salgo un momento a un lugar en las montañas, voy a escuchar la claridad de la noche, quiero estar con alguien, me dan ganas de platicar, con alguien mayor creo, alguien de mi edad rara vez entendería mis asuntos, no importa si es hombre o mujer pero alguien que sepa de lo que estoy hablando o al menos disimule, alguien que no me cuide pero que esté ahí, su presencia bastaría, además compañía nos sobraría, tendremos los árboles, las luciérnagas, la luna, las estrellas, la noche tal vez cobijando mis habladurías y algún reptil copiando mis textos.
Voy a salir un momento de esta cosa, me quiero armar de valor y aunque los malos espíritus existan voy a amenazarlos con mis potentes vocablos o a lo mejor se quedan a escuchar, por si les interesa. A veces pienso que me estoy volviendo vacía, casi irreconocible, pero a veces la gente me envuelve con sus cosas y no puedo dejar de ser humana y vaciar por completo mi ser, pero yo creo que me estoy equivocando, es al contrario, me estoy volviendo plena.
 Yo no tengo muchos años, pero estoy empezando a sentirme cómoda, me moriría de tristeza si dejara de hacer lo que me gusta. Total me voy a morir y prefiero que sea de tristeza a una enfermedad mortal, las medicinas me entorpecen el cuerpo, y mi salud cada día sería menos potente, no quiero vivir en un hospital, no quiero que me inyecten el desprecio de la familia ni los amigos cuando se pierden por alguna enfermedad, ya putrefacto casi nadie quiere. Prefiero un rincón, un lápiz o algo con qué escribir, volverme loca y manchar las paredes de mi cuarto, contarle historias a mi interior, al vacío, cuando me acuerde que existo seguramente voy a pensar que estoy triste y me iré desvaneciendo. No le temo.

Tengo ganas de salir de este cansancio, de lo cotidiano, de tener que bañarme todas las mañanas porque tengo que salir, de tener que comer, estoy cansada de saber que existen tres tiempos de comida y no sé cuántos refrigerios. Me quiero ir ahora mismo, a estas alturas de la noche. Me llevo algo conmigo…La inspiración, sólo espero que me dure hasta que amanezca.


...Siempre que quiera guardar un secreto lo voy a escribir, así el mundo ignorará mis sentimientos...

No hay comentarios:

Publicar un comentario